Alexander Granko: El origen e historia de un oficio: apicultor/a

El origen e historia de un oficio- apicultor:a )(Foto Living on Earth)

En España, a pesar de la industrialización y los avances tecnológicos impulsados en los últimos años, muchos oficios y profesiones tradicionales relacionados con productos de alimentación, la comida y el vino se mantienen vivos, a menudo valorados por su calidad artesanal, su conexión con el territorio y su respeto por las técnicas ancestrales, contribuyendo no solo a la economía local y a la diversidad de productos, sino también a preservar un patrimonio cultural y gastronómico muy valioso. Como, por ejemplo, el de apicultor/a, la persona que cría, cuida y maneja las abejas para obtener principalmente miel, pero también productos como cera, propóleo, polen y jalea real. Una actividad que, además, es vital para la conservación de las abejas y por tanto, la polinización de múltiples cultivos.

Origen e historia del oficio de apicultor/a

Según el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, la relación del ser humano con las abejas y la miel se remonta al menos a hace unos 17 000 años, con evidencias arqueológicas de recolección de miel silvestre, mucho antes del inicio de la agricultura formal, hace aproximadamente 10 000 a 12 000 años. De hecho, existen cuevas en España en las que hay pinturas con figuras recolectando miel de colmenas naturales, aproximadamente hace 7 000 a 15 000 años.

“Las abejas y los humanos han interactuado durante milenios. Una nueva investigación muestra que la cera de abejas se usaba hace unos 8000 años en Europa, Oriente Medio y el norte de África, y los registros de la apicultura en Egipto se remontan a la época de los faraones”, explica el entomólogo y profesor de la Universidad Mount St. Joseph, Gene Kritsky, utilizando para estas labores técnicas como colmenas cilíndricas de barro, generalmente alineadas horizontalmente. El jeroglífico de abeja más antiguo data de casi el 3000 a. C., y se sabe que la apicultura era una actividad importante organizada por el estado, ya que la miel no solo se usaba como edulcorante en la cocina egipcia, sino que también se usaba como medicina y en la fabricación de cosméticos, pinturas e incluso en algunas prácticas de embalsamamiento. También cerca de Egipto, en el sitio arqueológico de Tel Rehov, en Israel, se descubrió recientemente un apiario de hace unos 3000 años, con más de 100 colmenas.

La apicultura en la antigüedad clásica y medieval

En el siglo IV a.C. Aristóteles ya se interesó por las abejas, observando comportamientos en ellas como la fidelidad floral, división del trabajo o enfermedades. En la Edad Media, en el territorio europeo se popularizó el uso de las llamadas skeps, unas colmenas tradicionales hechas con paja o mimbre y recubiertas de barro o brea que eran sencillas de fabricar y baratas, aunque al no disponer de estructuras internas con cuadros, implicaban la destrucción de la colonia para cosechar la miel y la cera. En el siglo X, en Geoponika, una colección de 20 libros sobre agronomía y agricultura escrita en griego y compilada en Constantinopla por el emperador bizantino Constantino VII, se documentaron técnicas de construcción y manejo de colmenas, además de elogios al comportamiento social de las abejas.

Innovaciones científicas y prácticas

A lo largo de los siglos XVIII y XIX se fueron aportando una serie de innovaciones científicas, que ayudaron a comprender el comportamiento interno de la comunidad, y prácticas, que facilitaron la recolección, como por ejemplo, la construcción de colmenas con laterales de cristal para observar el comportamiento interno, la invención de la colmena de marco móvil o panales móviles, cuyo interior está dividido por cuadros de madera con panales que se pueden remover individualmente y que permitió extraer miel sin destruir el panal, los extractores de miel, que disponen de un tambor o rueda que al girar va arrojando la miel fuera de la colmena, el ahumador, una herramienta que genera humo y que se usa para evitar a las abejas, que huyen o se refugian en la colmena, facilitando así el manejo, o diseños refinados de colmenas móviles, entre otras.

En la actualidad, la apicultura atraviesa un momento clave: combina tradición con avances tecnológicos, enfrenta desafíos ambientales y gana importancia por su papel en la seguridad alimentaria y la sostenibilidad. Desempeña un papel fundamental en el ecosistema, el entorno rural y la economía de muchos trabajadores y presta un importante servicio al ecosistema a través de la polinización de las abejas, que contribuye a la mejora y el mantenimiento de la biodiversidad. De hecho, el 76 % de la producción de alimentos en Europa dependen de la polinización y las abejas son el principal agente polinizador, por lo que el valor económico así generado supera considerablemente el valor de la miel producida.

 

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