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Es el Melocotón de Calanda, un cultivo muy arraigado a su única zona de producción, el Bajo Aragón, donde las condiciones climáticas y geográficas, además de un mimo extraordinario siguiendo técnicas artesanas transmitidas de generación en generación, le aportan un sabor exquisito. Las principales localidades implicadas son Calanda, Puigmoreno, Valmuel, Mazaleón, Albalate del Arzobispo en la provincia de Teruel, y Caspe, Maella, Chiprana, Fabara y Nonaspe en la de Zaragoza.
Un melocotón con Denominación de Origen Protegida que se reconoce por la etiqueta negra con el logo de la que lleva pegada en su fina piel —D.O.P. Melocotón de Calanda—, y que certifica que ha pasado por los estrictos estándares de calidad que impone el Consejo Regulador, que somete a los productores a inspecciones de campos y técnicas de cultivo, y comprueba que los frutos poseen la homogeneidad, el color, la dureza y el nivel de azúcar que corresponden a su categoría.
“Cuando en los años 80 comenzó el auge de nuestro melocotón surgieron las primeras copias, por lo que el sector agrícola local vio la necesidad de proteger un producto tan autóctono. Se decidió entonces crear una asociación, y en 1999 se logró la protección de la Unión Europea como Denominación de Origen. La tarea más complicada es el control del fraude en el punto de venta”, explica el presidente de la DOP, Samuel Sancho.
Melocotón de Calanda. El cultivo
Además de las privilegiadas características que le concede la tierra, la calidad del Melocotón de Calanda radica en su cuidadoso y artesanal sistema de cultivo, basado en dos singulares técnicas.
En primer lugar, se realiza un doble aclareo intensivo del árbol hasta eliminar el setenta por ciento del fruto, dejando una distancia mínima de 20 cm entre cada melocotón. Esto asegura un fruto más voluminoso y carnoso, con un calibre excepcional de 73 mm de diámetro mínimo. Más tarde, durante el mes de julio, se procede al embolsado manual e individual de cada melocotón —cerca de doscientos cincuenta millones de unidades por cosecha—, permaneciendo así hasta su recolección, dos meses después. Esta operación protege al fruto de agentes externos y del efecto de productos fitosanitarios, logrando que sean, además de deliciosos, mucho más puros y sanos.
Temporada efímera
La única época de comercialización del auténtico Melocotón de Calanda comprende desde primeros de septiembre hasta finales del mes de octubre; antes de esa fecha se debe desconfiar. Su especie es la Prunus Pérsica, procedente de la variedad autóctona ‘amarillo tardío’ y sus clones seleccionados Jesca, Evaisa y Calante. Con una gama cromática que va del amarillo crema al amarillo pajizo, sus características organolépticas recuerdan a ese melocotón de toda la vida, de una dulzura extraordinaria en torno a los 12 grados Brix, que es el nivel mínimo a partir del cual los melocotones emiten su irresistible aroma.
La entrada El Melocotón de Calanda, en plena temporada aparece primero en Diario de Gastronomía: Cocina, vino, gastronomía y recetas gourmet.
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