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Es el llamado ‘análisis arquitectónico’ de un olivar, protagonista de un estudio realizado en Túnez sobre la gestión de olivares, especialmente en condiciones semiáridas, que recoge la publicación especializada estadounidense Olive Oil Times en un artículo firmado por Simon Roots, en el que los investigadores sostienen que comprender la ‘arquitectura de los olivos’ puede optimizar la selección de cultivares, el diseño de huertos, la poda, la cosecha y la producción sostenible, sobre todo cuando se combina con tecnologías avanzadas como sensores e imágenes multiespectrales.
El ‘análisis arquitectónico’ en la gestión de un olivar
Los resultados revelan variaciones significativas entre olivares. De los cinco cultivos estudiados, Chemlali, Chetoui, Koroneiki, Meski y Picholine.
- Koroneiki mostró los brotes más largos.
- Por el contrario, Chetoui tuvo los brotes más cortos.
- Chemlali y Koroneiki presentaron una alta densidad de brotes, con ramas finas y compactas, ideales para la poda y cosecha mecanizada.
- En contraste, Chetoui, con brotes más largos y un crecimiento más vertical, podría facilitar la cosecha manual, adaptándose mejor a plantaciones tradicionales o mixtas.
- Además, se observó que la longitud de los brotes disminuye conforme aumenta el orden de ramificación, lo que implica que los brotes secundarios son más largos y vigorosos, mientras que los de órdenes superiores se vuelven más cortos y delgados.
Este patrón tiene implicaciones productivas:
- Los brotes más delgados de cultivares como Chemlali y Koroneiki se asocian a una mayor producción de inflorescencias y frutos, lo que sugiere que un menor vigor vegetativo puede favorecer el rendimiento reproductivo, un aspecto clave para explotaciones intensivas.
- Por otro lado, la sincronía entre floración y fructificación varió: Chemlali, Chetoui y Picholine mantienen una estructura reproductiva coordinada, mientras que Meski y Koroneiki muestran una fructificación más dispersa en diferentes órdenes de ramificación, lo que implica posibles ajustes en poda y manejo para maximizar la retención de frutos.
El estudio también destaca la importancia de los ángulos de inserción de las ramas, ya que influyen en la orientación de los brotes, la estructura del dosel y la distribución de la luz, elementos clave para la salud del cultivo y la exposición a plagas. Los ángulos oscilan entre 30 y 90 grados, dependiendo del cultivar y el orden de ramificación:
- Chemlali y Koroneiki, con más brotes a 90 grados, favorecen la expansión lateral de la copa, lo que puede mejorar la cobertura y facilitar operaciones mecanizadas.
- Además, cultivares como Meski, Chetoui y Koroneiki muestran patrones de ángulo compatibles, lo que sugiere que pueden cultivarse juntos para optimizar la gestión del huerto.
En síntesis, el análisis arquitectónico no predice por sí solo el rendimiento, pero aporta información valiosa para planificar estrategias de cultivo eficientes. Esta aproximación puede combinarse con tecnologías de monitoreo como drones y sensores para diseñar huertos más sostenibles, mejorar la recolección de datos y apoyar decisiones en genética, agronomía, ingeniería y manejo de plagas.
La entrada Sobre la importancia de un ‘análisis arquitectónico’ en la gestión de un olivar aparece primero en Diario de Gastronomía: Cocina, vino, gastronomía y recetas gourmet.
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