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La exposición presenta una selección de obras relacionadas directamente con la gastronomía e inspiradas en los pintxos. Acostumbrado a trabajar con formatos medianos y grandes, en esta ocasión Juan Ayesta muestra una serie —inédita en su trayectoria—, configurada por obras de pequeño formato, como pintxos, raciones o platos, basada en el mundo gastronómico.
Gastropinturas
En su búsqueda de la experimentación plástica, el autor explora la virtualidad de lo matérico, de la composición, del color y las texturas, en un proceso de trabajo ‘de mesa’, distribuyendo los ingredientes sobre el lienzo, añadiendo aromas visuales, tensiones compositivas y armonías soñadas. El pintor reflexiona en esta línea argumental, en la que va evolucionando, haciendo de la cualidad matérica y su plasticidad intrínseca la savia que nutre su corpus experimental artístico. Conceptos como destrucción, deconstrucción, reconstrucción, materia, textura, plasticidad, atracción o repulsión, están presentes en su exploración visual.
En algunas piezas, estimulado por crecientes noticias que nos auguran a los insectos como alimento del futuro, incorpora figuras animales que invitan a reflexionar. Es consciente el autor que, en nuestra cultura alimenticia occidental, este pronóstico genera rechazo, pero en arte no hay barreras para la acción y el pensamiento. En los títulos se refleja la intención del autor, una especie de homenaje, no exento de ironía, sobre uno de nuestros principales patrimonios culturales: el mundo de la cocina.
El arte de comer con los ojos
En arte, los primeros bodegones tienen su origen en Europa a mediados del siglo XVI. Se trataba de composiciones con elementos y objetos sin vida, colocados de manera escenográfica sobre un fondo neutro, apelando a los placeres mundanos. Los artistas debían engañar al ojo del espectador para que éste creyera que los objetos representados eran reales, donde el efecto ilusionista era un recurso estético fundamental. En esa época, el bodegón era considerado como un género menor en comparación a otros géneros como los retratos, escenas religiosas, conmemorativas, y durante muchos años, el bodegón fue injustamente infravalorado.
En las últimas décadas hemos asistido a una revolución en la cocina, en clave de alquimia de los alimentos, y un fomento de las sensaciones en sentido amplio. La presentación de los alimentos, emplatado, hace tiempo que ha puesto su atención en las artes plásticas, para potenciar la experiencia sensorial del comensal. Los órganos de los sentidos no actúan por separado: el ojo puede actuar como boca, tal como se refleja en la expresión popular “comer con los ojos”.
La entrada Gastropinturas o el arte de comer con los ojos aparece primero en Diario de Gastronomía: Cocina, vino, gastronomía y recetas gourmet.
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